
El enfrentamiento de Fátima Bosch con Nawat Itsaragrisil trascendió el certamen, convirtiéndola en un símbolo de dignidad. La controversia generó un apoyo masivo y obligó a la organización de Miss Universo a tomar medidas disciplinarias, evidenciando un cambio en las dinámicas de poder y la creciente exigencia de respeto en los concursos de belleza.















