
La decisión de Bad Bunny de no presentarse en Estados Unidos por temor a redadas del ICE representa un acto de solidaridad con la comunidad migrante y consolida su posición como un influyente actor social. Su postura generó un debate global sobre la responsabilidad de los artistas frente a las políticas migratorias y el uso de su plataforma para la defensa de los derechos humanos.