
La suspensión del programa de Jimmy Kimmel trasciende una decisión de programación; refleja la intensa polarización política en Estados Unidos, donde las corporaciones mediáticas enfrentan presiones gubernamentales y del mercado. Este caso plantea interrogantes críticos sobre el futuro de la sátira política, los límites de la libertad de expresión y la creciente autocensura en los medios de comunicación masivos.