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Casa Rorty LIV: Viejas lecciones de realismo político

El realismo político vuelve en tiempos de guerras, tensiones geopolíticas y desconfianza democrática. No porque prometa soluciones, sino porque recuerda que la política es un terreno de límites, intereses y choques de poder. La nueva edición de los Ricordi de Guicciardini devuelve a primer plano esa tradición escéptica y prudente. The post Casa Rorty LIV: Viejas lecciones de realismo político appeared first on Letras Libres.

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Rancere

No hay destino o mérito, y todo juicio deriva siempre de una frustración. Floriano Martins  I *  Moriré y al tercer día doleré en nadie.  *  Rencor enraíza en rancere. Lucrecio lo utilizó por primera vez y entonces: «volver a estar rancio». Sientes rencor: eres obsoleto, inusitado. Rencor: raro: ¡extraño, sácate de aquí! También se usaba para describir el apesto de la comida podrida. Vivo y soy pudrición. Luego Jerónimo: «hedor de odio viejo», todo mi resentimiento ancestro sin cura ni vacuna. En sentido figurado: ¿rancidus?: eres desagradable e insoportable, me responden los hombres que extremo y las mujeres que hambreo, no deshilachan mi animal. Adjetivemos el rencor: rancidare: estás estropeado, mi talento avería, mi mente lisiada, mis sueños de escarcha. Espumo rencor mientras El Trópico. No tengo solución,                                 –¿me invitas un roncito?  *  Ni tan a pecho, ni tan recto para ahogarme en un golpe de mar. ~ The post Rancere appeared first on Letras Libres.

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Cuando todos éramos habermasianos

Al empezar en esto de la universidad, tenía uno la impresión de que una parte nada desdeñable de los profesores que marcaban la pauta eran habermasianos. Leyendo este gran perfil filosófico hecho por Philipp Felsch, he recordado haber leído con devoción la mayor parte de la producción editorial que Jürgen Habermas tiene traducida al español. Como una exigencia pedagógica que estaba en el ambiente académico de las ciencias sociales, aprendí los fundamentos de la teoría del Estado, la democracia y el Estado de derecho con un filósofo alemán. España a finales de la década de 1990 era un país sin demasiada autonomía conceptual para afirmar una tradición política propia y la experiencia constitucional aún podía considerarse breve. Por ello, para abrazar un cierto liberalismo y una cierta sofisticación epistemológica, algunos nos acercamos a un Habermas que ya parecía antiguo ante la cháchara identitaria que se abría paso en la universidad. Pero cuando tienes un recuerdo es que antes habías olvidado algo. A ver si al final iba a tener razón Agapito Maestre cuando decía que la teoría de Habermas era un placebo intelectual. Quizá, lo que ocurre –y ese es otro tema que merecerá una reflexión colectiva cuando el desastre que se atisba se haya concretado– es que se nos ha olvidado que éramos habermasianos porque en realidad fingíamos ser demócratas. El libro aquí reseñado cuenta, a través de un relato entre personal y generacional, la peripecia vital de un filósofo muy español. Para empezar, Felsch arroja luz –quizá sin pretenderlo– sobre un asunto que aquí no se ha tenido claro porque a la vez que habermasianos éramos de izquierdas (el combo completo): el filósofo que comenzó su andadura académica en Frankfurt polemizando con Heidegger en realidad nunca formó parte de la teoría crítica de Adorno, Horkheimer y Marcuse. La teoría crítica se levantaba sobre la dialéctica negativa y pesimista, y Habermas quiso refundar Alemania a partir del programa racionalista y optimista de la Ilustración. En este libro queda claro que Habermas ha tenido desde 1950 una presencia señorial en la esfera cultural alemana (y europea). Con él se produjeron dos fenómenos entrecruzados que ya habían tenido lugar en Francia: el intelectual se introducía en una universidad que quería vivir todavía en una torre de marfil, y el profesor de universidad, riguroso y ajeno a la presión de la sociedad, ponía un pie en la opinión pública mediante colaboraciones en prensa. Felsch retrata con fineza e ironía la principal contradicción de Habermas: profesor exquisito, impulsor de la teoría de la acción comunicativa, resulta que, cuando debatía en los periódicos y las revistas culturales, se comportaba con ira y modales pandilleros. Así fue como ganó la batalla del 68 –amilanando sin piedad a los jóvenes que querían destruir el canon científico con ínfulas revolucionarias y violentas– y así fue como se impuso en la famosa “disputa de los historiadores”, en la que defendió frente a Ernst Nolte la excepcionalidad alemana: la República Federal era un experimento cívico cuya única posibilidad de… The post Cuando todos éramos habermasianos appeared first on Letras Libres.

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El Kafka de Manuel Vilas

Dos tardes con Franz Kafka no es un libro sobre Kafka, es un libro sobre la admiración de Manuel Vilas hacia Kafka. Así lo subraya la oración que abre y cierra el texto: “Yo no soy un lector de Kafka, yo soy su enamorado.” La mirada subjetiva de ese “yo”, inclinado ante su ídolo, unifica una obra fragmentaria y heterogénea. Aunque su forma de “Diccionario Kafka” presupone objetividad, el andamiaje enciclopédico es solo aparente. Ya lo advierte en su presentación Sergio del Molino, autor, él mismo, de Dos tardes con Joseph Roth y coordinador de esta colección de la editorial Alianza, en la que escritores actuales transmiten su pasión por autores clásicos: “No hay aquí lecciones magistrales ni monografías de especialista, sino entusiasmo genuino de escritor a escritor.” Las entradas de este peculiar diccionario kafkiano obedecen a esa subjetividad más que a una lógica concreta. Así, conviven ciertas personas de la vida real de Kafka (sus parejas, su amigo Max Brod, su discípulo Gustav Janouch) con algunos de sus personajes (funcionarios, K, Klamm) y con una selección de sus obras (Carta al padre, El desaparecido, “Investigaciones de un perro”, “Josefina la cantante”). Analistas de Kafka (Blanchot, Canetti, Kundera, Nabokov, Wagenbach) se codean con otros escritores (Lorca, García Márquez, Joyce, Proust) e incluso con mitos culturales como Elvis Presley y Andy Warhol. Aparecen elementos de la vida de Kafka (dedos, ruidos, ventana, soltero) junto a conceptos variopintos (absurdo, alegoría, castigo, humor), además de emociones y sentimientos (amor, cansancio, decepción). También hay referencias a la posición de Kafka en la historia literaria (solo, inoxidable) y al efecto de su literatura (gravitación, disfrutar), e incluso fantasías sobre su destino después de su muerte (futuro, huesos, resurrección). Términos de estas categorías se mezclan con otros difíciles de catalogar, y es que, más que actuar como celdas de contenido, las voces de este diccionario dan pie a las reflexiones del autor. El resultado es un combinado de información (no siempre contrastada), pensamientos, opiniones, apuntes biográficos y autobiográficos, pasajes de inspiración literaria y ensoñaciones. Dos tardes con Franz Kafka es un libro de Manuel Vilas enunciado desde su propia voz, una voz que se deja oír con insistencia. Esta penetración del yo en lo ensayístico frustrará las expectativas de quienes esperen un texto más neutro y objetivo. No es el caso. Partiendo de su historia personal con Kafka, el autor se recrea en su habitual gusto por la hipérbole y un dogmatismo impregnado de subjetividad. Así, para él, la superioridad absoluta de Kafka en la historia literaria no admite parangón, recomienda a lectores no iniciados en Kafka el orden en el que deben acercarse a su literatura y presenta como un hecho incontestable que El castillo es la mejor de las obras kafkianas. Sin renunciar a la ironía sobre sí mismo (“En mi tiránica opinión, en mi totalitaria opinión”…), se muestra muy seguro de lo que dice cuando habla de Kafka: “No es tal enigma, queridos lectores, yo tengo la solución.” De esas certezas surgen osadas sentencias, no exentas de ludismo y provocación: “Es más convincente Kafka que Einstein. Y más útil”; “Kafka es un… The post El Kafka de Manuel Vilas appeared first on Letras Libres.

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Un paseo mental con Hugo Hiriart

Para Hugo Hiriart cualquier cosa o situación sirve como plataforma para el despegue de la razón fantástica. Su padre, Fernando Hiriart, fue un notable ingeniero, hombre eminentemente práctico. Hugo, en cambio, ha sido y es un campeón de la imaginación. Hugo Hiriart puede disertar con soltura y gracia, émulo de Alfonso Reyes, sobre el huevo, las mariposas, las moscas y las telarañas. Filósofo de formación, pero de vocación escritor de novelas, ensayos y artefactos teatrales (iba a escribir “dramaturgo”, pero me pareció demasiado grave para describir a alguien que se ha divertido tanto con el teatro). Amigo de objetos curiosos, tiene también una disposición generosa para hablar de escritores, pintores, poetas, historiadores, filósofos y músicos. Pertenece a la familia de Torri, Reyes y Arreola, es decir, a la familia de autores que, con la más alta prosa posible, son dados a la fantasía. Familia de escritores tocados por la gracia. En uno de sus ensayos más celebrados (El arte de perdurar) Hugo Hiriart se pregunta por qué, a diferencia de Borges, Alfonso Reyes no alcanzó el reconocimiento universal y la perdurabilidad del argentino. Hiriart ensaya una respuesta: “Reyes no logró destilar y cifrar en un libro enteramente representativo toda la gama de su genio artístico. Sé que es desagradable decirlo, pero no tiene ese magnum opus que lo centre como artista individual, particular. Reyes está disperso en la delicada orfebrería de sus pequeñas obras maestras.” Sin decirlo, el ensayo de Hiriart sobre Reyes es una extensión de los ensayos que Borges dedicó a Quevedo en los que expone que, a diferencia de Cervantes, que supo condensar en un par de personajes toda una psicología y una época, Quevedo está disperso en extraordinarios libros que sin embargo no alcanzan a sintetizar su genio en un personaje representativo. “Quevedo –escribe Borges– es menos un hombre que una dilatada y compleja literatura.” No puedo decir, creo que nadie puede en justicia decirlo, si la obra de Hugo Hiriart perdurará, como me parece que perdurará la obra de Jorge Ibargüengoitia, también narrador, dramaturgo y articulista. La obra de Ibargüengoitia tiene un centro, Las muertas, pero no un personaje distintivo. Lo que tiene Ibargüengoitia es un tono, irónico, despiadado, que lo hace único. Ignoro qué suerte ha tenido la obra de Ibargüengoitia en el extranjero, dada la dificultad de traducir el tono de su prosa a otra lengua. Hugo Hiriart no tiene un personaje que lo sintetice (Galaor no alcanza esa altura), el tono que desarrolló en ensayos y artículos, de suyo chispeante y erudito, me parece que pierde fuelle con su afán pedagógico. El genio de Hiriart está, como el de Reyes, “disperso en la delicada orfebrería de sus pequeñas obras maestras”: Galaor, Disertación sobre las telarañas, Ámbar. Cada uno de sus libros, en cualquiera de los géneros que practicó, dejan en el lector una sensación de felicidad, lograda por la atinada combinación de sabiduría moral y el encanto de su prosa. El encanto (que Borges señaló como la característica central de Stevenson) es lo que permea la obra completa… The post Un paseo mental con Hugo Hiriart appeared first on Letras Libres.

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“La escritura está ahí desde el principio, está contigo”. Entrevista a Cynthia Ozick

“Evita el lado de la valla blanca: esa puerta da al sótano. La verdadera puerta principal está en el lado de la verja de hierro forjado, donde verás una entrada marcada con un número que da acceso a un camino. Sube por ese camino hasta la doble puerta principal. ¡Y perdona tanto detalle! (Pretende ser salvífico)”, me indicó por correo electrónico la mejor escritora norteamericana viva, Cynthia Ozick (Nueva York, 1928). Ensayista y narradora, admirada por David Foster Wallace y Alice Munro, John Sutherland la considera “la estilista literaria más consumada y elegante de nuestro tiempo”. Sobre ella James Wood ha escrito: “Sus ensayos inventan un lenguaje… y ese lenguaje –frenético, arrebatado, voluntarioso– es congruente con el de su ficción.” Cuentos reunidos (Lumen) recoge una muestra representativa de sus relatos; Mardulce ha publicado novelas como La galaxia caníbal o Los papeles de Puttermesser (Lumen sacó Los últimos testigos y la jamesiana Cuerpos extraños), así como las colecciones Metáfora y memoria y Críticos, monstruos, fanáticos y otros ensayos literarios. Allí hay piezas sobre la alta cultura y la modernidad, ensayos sobre Tolstói, Virginia Woolf, Susan Sontag y Sylvia Plath, sobre Kafka, Truman Capote, Lionel Trillling, W. H. Auden o Martin Amis. Ozick, que este año ha publicado In a yellow wood (Everyman’s Library), me recibe en la planta baja de su casa de New Rochelle, donde vive desde hace cincuenta años. Dice: “Estoy un poco sin aliento, porque acabo de bajar las escaleras.” Lleva un vestido azul oscuro, es menuda y frágil pero vivaz. Tiene el pelo blanco; no lleva las gafas negras con las que aparece en muchas fotografías. Hablamos de la introducción a In a yellow wood, donde cita a Joan Didion, Karl Ove Knausgård y Rachel Cusk y habla de la autoficción, “que considero menos un engaño inofensivo que un truco habilidoso”. Critica que Knausgård titulara su libro en noruego Min Kamp: “Estoy segura de que hay una palabra en noruego que suena menos parecida a Mein Kampf.” Sobre Cusk dice que prefiere que la literatura hable de más cosas. Luego vamos a un comedor junto a la cocina. Sobre la mesa rectangular, con un mantel verde, hay unos vasos, unas tazas y unos platos. La señora que trabaja en la casa nos ofrece té. –Come, es todo para ti –dice Ozick–. Esto es Camembert y esto son unas galletas saladas suecas, sorprendentemente buenas. Y hay estas uvas. Y como esto es una reunión literaria he sacado estas magdalenas por Proust. “Voy a empezar entrevistándote yo”, dice. Se interesa por mi viaje, por mi apellido y por un intercambio que tuvimos hace unos años, para una entrevista en Letras Libres. Dudo antes de grabar –prefiere que le manden cuestionarios–, le pregunto por la combinación inusual de In a yellow wood: diecisiete relatos y trece ensayos. –Fue el encargo que me hicieron. Soy consciente de que mucha gente cree que mis ensayos son mejores que mis relatos. Pero me siento más cerca de los cuentos porque creo que se corresponden más con lo que es un escritor. Es injusto: muchas grandes obras son ensayos. Pero la ficción es,… The post “La escritura está ahí desde el principio, está contigo”. Entrevista a Cynthia Ozick appeared first on Letras Libres.

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María José Cuevas: “Juan Gabriel era un torbellino de libertad”

María José Cuevas, directora de documentales como Bellas de noche (2016), acaba de dirigir Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero, miniserie documental que explora la vida del cantante mexicano a través de escritos, videos, audios e imágenes capturadas por él mismo. A propósito del estreno de la serie en Netflix el próximo 30 de octubre, León Krauze conversó con Cuevas acerca de este personaje emblemático de la música y la cultura popular mexicana. Escucha esta entrevista en el podcast de Ciberdiálogos, en Acast, Spotify, Amazon y Apple podcasts. The post María José Cuevas: “Juan Gabriel era un torbellino de libertad” appeared first on Letras Libres.

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Bastante paraíso XV: Los sueños se cumplen: perdidas en Pinseque

La de veces que he soñado que me perdía en Pinseque, escuché decir a mi madre, yo al volante de su furgoneta, instantes antes de que, efectivamente, nos perdiéramos en Pinseque. Íbamos rumbo a Enciso, donde yo participaba en el Aqueteleo, y mi madre había accedido a acompañarme con la promesa de pasar por las termas de Arnedillo y, creo, para fugarse un día de su exigente casa: huerto, perros, el gato, mis hijos, los suyos propios, entre ellos, yo, su madre, etc.  Mis hijos se habían quedado en el pueblo de mi novio con mi novio y su madre, y yo había viajado desde el pueblo de mi abuela con mi abuela y mi tía. A mi abuela le empezó a molestar el sol, así que paramos para poner un pareo de playa en la ventanilla. Luego mi tía le iba insistiendo en que comiera pipas para no marearse, mi abuela decía que no quería y empezó a vomitar y no paró hasta llegar a Garrapinillos-sur-mer. Paramos en la gasolinera de Híjar, enfrente del Ares y a unos metros del Shangai. Compra frutos secos, cosas saladas, me dijo mi tía, y cuidadooal cruzar. Lo que tenía que cruzar era la nacional y había más tráfico del que me habría gustado. En fin, todo sea por mi abuela. No sirvió para nada: la pobre vomitó sin remedio. Eso sí, por la tarde, antes de que mi madre y yo saliéramos en dirección a Enciso, ya se le había olvidado el viaje, el mareo, los vómitos y hasta su estancia en Ejulve.  Mi padre había estado a punto de acompañarnos (te prometo que no diré nada, dijo), pero al decirle que nos quedábamos a dormir, se lo había pensado mejor. El gps me advertía del próximo giro y yo esperaba que eso supusiera dejar ese camino de tierra junto a los maizales. La de veces que he soñado que me perdía en Pinseque, volvió a decir mi madre, que pasaba por ahí a diario cuando trabajaba en Tauste. ¿Nunca te perdiste?, le pregunté. Puede que sí, es todo igual. Comentamos lo grande que era Pinseque, mucho más que Garrapinillos. Luego fuimos en silencio bastante rato, en parte porque yo iba concentrada en la carretera, en parte porque me había dicho que necesitaba calma y silencio y no quería ser yo quien le perturbara. Vimos el cartel del Canal de Lodosa, que luego nos entretendría bastante rato comprobando si conectaba con el Canal Imperial de Aragón, etc. En realidad, entretuvo a los acompañantes: a mi madre y al marido de Marta, que venían desde Lodosa, ella a presentarme, él a acompañarla. Hicieron buenas migas enseguida, cuando se fueron juntos a comprobar si los coches estaban en el aparcamiento del que había que moverlos antes de las 22. Yo había dejado la furgoneta fatal y mi madre arregló el estropicio, pero estábamos en el aparcamiento con toque de queda. El marido de Marta se quedó impresionado con mi madre, metro cincuenta apurado, y… The post Bastante paraíso XV: Los sueños se cumplen: perdidas en Pinseque appeared first on Letras Libres.

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El negocio de la escasez

En su Crítica del programa de Gotha, de 1875, Karl Marx escribe: “El socialismo vulgar ha aprendido de los economistas burgueses a considerar y tratar la distribución como algo independiente del modo de producción, y, por tanto, a exponer el socialismo como una doctrina que gira principalmente en torno a la distribución.” En Abundancia. Cómo construimos un mundo mejor, que acaba de publicar Capitán Swing, los periodistas Ezra Klein y Derek Thompson no se atreven a mencionar mucho a Marx, pero su tesis es muy parecida: la izquierda lleva décadas centrada más en la redistribución y el reparto que en la producción. En su nuevo libro Tres millones de viviendas, el sociólogo y director adjunto del Centro de Políticas Económicas de esade Jorge Galindo aplica esa lógica al problema de la vivienda en España: la redistribución solo puede hacerse desde la abundancia y no desde la escasez. “Pasamos más tiempo ordenando filas que imaginando y materializando soluciones que amplíen las oportunidades para la mayoría”, escribe. “Este enfoque es especialmente paradójico para quienes se autodefinen como progresistas: ¿dónde está el progreso en gestionar la escasez?” Se pueden hacer muchas cosas para resolver el problema de la vivienda en España, desde regular más los alquileres turísticos a limitar el número de tenedores de vivienda para evitar la especulación. Pero la solución más eficiente, dice Galindo, es la abundancia, es construir más. Según el ine, entre 2024 y 2039 se crearán 3.700.000 nuevos hogares. En 2021, 2022 y 2023 se concedieron unos 100.000 visados de vivienda nueva. El ritmo actual de construcción de viviendas no va a ser capaz de cubrir la demanda ni remotamente. Decir que hay que construir más en un país que vivió una burbuja inmobiliaria parece una provocación. ¿No tenemos todavía muchas viviendas vacías? En España, calcula Galindo, hay unas 450.000 viviendas nuevas sin vender, fruto del exceso de la primera década de los 2000. Pero, en primer lugar, están donde nadie quiere estar. En segundo lugar, aunque estuvieran mejor repartidas, esa oferta no cubriría la enorme demanda que hay. Por eso hay que construir más. Galindo dice que hace “provocación basada en datos”. Es un libro repleto de cifras elocuentes. Hay dos que sirven para presentar el debate. Entre 2015 y 2023, el precio del metro cuadrado de los pisos en venta subió un 47%. En ese mismo periodo, los salarios crecieron solo un 17%. En 1987, el precio promedio de una vivienda en España era el equivalente a tres salarios medios anuales. En 2023, esa cifra llegaba a los siete salarios, pero en Madrid y Cataluña llegaba a los diez. La vivienda es más cara que nunca, tanto a nivel absoluto como relativo. Por eso en un país históricamente de propietarios (y todavía mayoritariamente eso: un 75% de españoles vive en propiedad), la gente vive más que nunca de alquiler (en 2008 eran 1,6 millones, en 2023 el doble, tres millones). Pero quienes viven del alquiler, cada vez tienen que pagar más por él. Galindo enumera varias razones de la subida de los… The post El negocio de la escasez appeared first on Letras Libres.

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Lo real lleno de ficción

Las literaturas del yo resultan molestas. Suponen una amenaza para la idea canónica de lo literario, basada en transformar imaginativamente la experiencia de la que brota toda escritura (los que sostienen esto afirman que solo así se conquistan la autonomía y la excelencia). Diarios, autobiografías, memorias y etcétera eran considerados algo menor. Por ello, cuando las historias íntimas de carácter autobiográfico o autoficcional se convirtieron en santo y seña de nuestra época, corrieron ríos de tinta. Fueron muchos los que trataron de explicar por qué este tipo de historias acabaron encarnando el Zeitgeist, y más aún los que las señalaron (y todavía las señalan) como síntomas de una época intelectual y artísticamente pobre en la que los lectores, habituados a la telerrealidad, el crecimiento personal y la autoayuda, demandan identificación fácil, narraciones simples y morbo. Estos críticos tienen razón en parte, pues se publica mucha literatura de este jaez. Sin embargo, la hay tanto de ficción como de no ficción. El argumento se invalida del todo ante la importancia estrictamente literaria de no pocas obras recientes de carácter autobiográfico o autoficcional (algunas son de lo mejor que se ha escrito en las últimas décadas) y de los autores que la han practicado: J. M. Coetzee, Peter Handke, Annie Ernaux, Delphine de Vigan, Dubravka Ugrešić o el propio Marcos Giralt Torrente, que es el autor español que mejor ha sabido explorar las posibilidades de la literatura autobiográfica por la vía de no soslayar su supuesta desventaja y la problemática inherente a ella. Giralt Torrente ya convirtió ambas cosas en materia narrativa en la excepcional Tiempo de vida (2010), donde explora la figura de su padre, el pintor Juan Giralt, y la difícil relación paternofilial. El escritor madrileño no se limita en esta novela a contar la vida de su padre y sus cuitas con él, sino que cuestiona la forma de hacerlo (¿y qué hay más literario que pensar la forma?) e incluso su legitimidad, algo que en la ficción se da por hecho. El resultado es una de las obras más singulares de los últimos años, con un arranque memorable que es todo un tratado sobre la complejidad de abordar lo más común desde ese lugar titubeante y sospechoso que es la primera persona autobiográfica. En Los ilusionistas Giralt Torrente vuelve a jugar esta baza para explorar el universo materno. Lo hace con la misma exigencia que en Tiempo de vida, aunque el libro es distinto en su estructura. Contiene seis retratos familiares que apuntan a lo polifónico de toda identidad, pues el yo es siempre un lugar donde confluye todo lo que nos precede. Las múltiples facetas se hilvanan en torno a una mitología familiar cuya lógica se pretende desentrañar a sabiendas de que tal cosa solo desemboca en conjeturas que aquí son una fiesta de la inteligencia y de la compresión de las relaciones humanas. El libro empieza con una anécdota: el autor pide a una ia dos o tres citas sobre la familia y no le gusta el resultado. Sin embargo, agradece que la inteligencia… The post Lo real lleno de ficción appeared first on Letras Libres.

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