
La imposición de aranceles del 50% al acero y aluminio por parte de EE. UU. ha generado un impacto negativo en su sector manufacturero, con una pérdida neta de empleos y un aumento de costos. A pesar de buscar la protección de la industria siderúrgica local, la medida ha afectado la competitividad de las empresas dependientes de estos metales y ha creado incertidumbre en el mercado regional.










