
La emboscada en Moris evidenció la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad en la Sierra Tarahumara, provocando una contundente respuesta del Estado que culminó con la captura de nueve presuntos implicados y el aseguramiento de un arsenal. El suceso reafirma el desafío de pacificar regiones bajo el control de cárteles y la determinación de las autoridades de no ceder terreno.










