
El cierre récord de 40 días del gobierno de EE.UU. causó una disrupción generalizada, desde el caos en la aviación hasta la incertidumbre económica para los trabajadores federales. Un acuerdo bipartidista en el Senado finalmente proporcionó financiamiento temporal para reabrir el gobierno, aunque las disputas políticas subyacentes, particularmente sobre la atención médica, quedaron sin resolver.












