
La cancelación de la fiesta popular del 15 de septiembre en Culiacán refleja la severidad de la crisis de violencia que afecta a Sinaloa. La decisión del gobernador, aunque impopular para algunos, fue justificada como un acto de responsabilidad para proteger a la población, limitando la celebración a una ceremonia cívica y exhortando a las familias a festejar en sus hogares.