
El reconocimiento coordinado del Estado palestino por parte de varias potencias occidentales marca un punto de inflexión diplomático que aumenta la presión internacional sobre Israel. La medida ha provocado una dura reacción del gobierno de Netanyahu, que amenaza con represalias, y ha expuesto una clara división con sus aliados tradicionales, especialmente Estados Unidos, que se opone a lo que considera acciones unilaterales.