
La tragedia en Iztapalapa, con un saldo de 22 muertos, ha puesto de manifiesto tanto la vulnerabilidad urbana ante accidentes de materiales peligrosos como la capacidad de respuesta de los servicios de emergencia y la solidaridad ciudadana. La investigación sobre las causas del accidente continúa, con versiones contradictorias sobre la velocidad del vehículo, mientras que el drama humano se centra en la recuperación de los sobrevivientes y el duelo de las familias afectadas.