
Por segundo año, el gobierno de Sinaloa suspendió la celebración masiva del Grito de Independencia en Culiacán, reemplazándola con un acto protocolario por motivos de seguridad. La decisión, motivada por la ola de violencia, incluyó la cancelación de conciertos y resultó en una escasa participación ciudadana, evidenciando el impacto de la inseguridad en la vida pública de la capital.