
La propuesta de aranceles a vehículos chinos sitúa a México en una encrucijada entre proteger su industria manufacturera, alinearse con las presiones geopolíticas de Norteamérica y garantizar precios competitivos para los consumidores. El debate se centra en si la medida fomentará la producción local o si simplemente encarecerá el acceso a tecnologías de electromovilidad y generará incertidumbre para la inversión extranjera.