
La desaceleración de la inflación general en octubre ofrece un alivio momentáneo, pero la persistencia de una inflación subyacente elevada en 4.28% y el fuerte incremento en las tarifas eléctricas reflejan presiones estructurales. Este escenario complejo presenta un desafío para el Banco de México, que debe equilibrar el control de precios con la necesidad de estimular una economía debilitada.










